Capítulo 3
El encuentro en Grecia con Rich fue fallido. Éste había tenido que salir huyendo , pues corría el rumor de que los hombres de Energy Systems lo andaban buscando por el país heleno. No obstante, les dejó un mensaje con nuevo punto de encuentro.
-Saelina, estoy preocupado – dijo Masi. - No estoy seguro de que Rich consiga encontrarnos. Este sitio es muy extraño.
-Antiguamente este centro era un instituto de educación secundaria, tenía el nombre de una acequia. Esta zona era un pueblo muy agradable, junto a estas montañas, de una ciudad que desapareció con el cataclismo del 2026: Murcia. Estamos en el único edificio que permaneció en pie. Un grupo de activistas encargado de la protección del medio ambiente lo ocupó unos años para intentar salvar el río Segura. Este es el último reducto del levante español que ha escapado de las garras de la multinacional Energy Systems, por eso hemos quedado aquí-, explicó Saelina.
-Ven, acompáñame, te mostraré el centro -continuó la profesora de artes marciales. Reconvirtieron el laboratorio del instituto en centro tecnológico de investigación para la protección del medio natural. Pero muchas de las aulas permanecen igual. Por ejemplo, ¡mira ésta! Entraron en un aula de la primera planta. Un escalofrío les recorrió la médula espinal. Todo estaba igual, parecía como si acabaran de salir los chavales de clase, la pizarra aún estaba emborronada con tiza. En ella se podía leer:
"Corre, corre, que te pillo. ==> Ejemplo de anáfora."
-Jajaja - rió Masi. - ¡Era el aula de lengua! Recuerdo las clases de los elementos de la retórica. A mí me gustaba y era de lo poco que se me daba bien. Bueno, quizá influyera que me sentía atraído por la profesora – se ruborizó.
-Siiii, jajaja. Tus cabellos de oro … - Dijo Saelina riendo y recordando la metáfora más empleada en la historia de las metáforas. No confundir con la comparación "tus cabellos son como el oro" … Recitó con voz de falsete imitando a un profesor que se dirige a toda la clase.
-¿Qué hacéis?- Interrumpieron Meleah y Death Gun – Os hemos estado buscando por todas partes. Rich ya está aquí, dice que debemos salir inmediatamente hacia el Himalaya.
De viaje hacia el Everest, montados en el dron, Rich les explicó que los únicos lugares seguros del planeta eran los puntos más elevados, las altas cumbres, donde el aire viciado no había llegado. Sin embargo, debían tomar especiales precauciones para protegerse del sol, pues la destrucción de la capa de ozono lo hacía especialmente agresivo en las zonas altas de la troposfera. Desde allí deberían acometer una arriesgada misión de acercamiento al cometa Alkibla 314, de unos 3 kilómetros de diámetro, para recoger unos cristales de óxido de titanio que no se encuentran en La Tierra. El óxido de titanio del cometa se encontraba cristalizado en el sistema triclínico, lo cual le confería unas propiedades ópticas especiales.
-Rich, ¿por qué tenemos que despegar desde el Himalaya?- preguntó Saelina.
-Como sabéis, cuanto más elevados, menos energía emplearemos para salir del campo gravitatorio terrestre, y el resto de las estaciones están controladas por Energy Systems.
-Menos mal que este dron es eléctrico y se mueve gracias a los paneles fotovoltaicos que componen su fuselaje. Con tan poco oxígeno, los motores de combustión tienen problemas, queman mal el combustible y se llenan de carbonilla que los obstruye - pensó Death Gun en voz alta.
-El dióxido de titanio triclínico cataliza las reacciones de descomposición de los óxidos nitrosos por efecto de la radiación Ultra Violeta - empezó a describir Meleah, para introducir el tema que realmente los tenía ocupados.
-Mira - interrumpió Masi – algo bueno va a tener la destrucción de la capa de ozono, ¡rayos UVA no nos van a faltar!
-Déjate de tonterías - le regañó Saelina – Meleah tiene razón, estudiemos estas reacciones químicas. Las necesitaremos para nuestro proyecto
.
Diez horas más tarde se aproximaban al campamento base del Himalaya, situado a 4.000 metros sobre el nivel del mar.
-Aquí haremos noche. Mañana deberemos continuar a pie hasta la estación de lanzamiento que se encuentra a 6000 metros de altitud. No es seguro continuar con el dron. Tan cerca de la montaña, a estas alturas, se establecen corrientes de aire que pueden lanzarnos contra la ladera -concluyó Death.
Esa noche, en el campamento base, la cena fue rápida. Tomaron comida tibetana. En Nepal, la gastronomía es básicamente vegetariana. A diferencia de otras cocinas del Himalaya, donde se come con las manos, en Nepal se emplean palillos de bambú, lo que no desaprovechó Masi para gastar alguna broma. El plato principal fueron los famosos momos, una especie de buñuelos fritos rellenos de verdura que, en esta ocasión, también contenían carne de yak. Para beber les pusieron Bö cha, la bebida más popular en el Tibet, se trata de un té con mantequilla de yak, sal y soda. Es un brebaje grasiento no apto para todos los gustos, pero esencial para reponer la falta de sal y evitar labios agrietados.
Ya se habían acostumbrado a dormir los cuatro juntos, por lo que el único que escogió una tienda unipersonal fue Rich. Todos cayeron en un profundo sueño rápidamente, derrotados por el cansancio, por lo que Death y Saelina no tuvieron ocasión de buscar un nuevo acercamiento. A la mañana siguiente el despertador sonó a las 6 h, había que emprender la marcha cuanto antes, pues necesitarían toda la jornada para salvar los 2.000 m de altura que los separaban de la estación.
Nada más sonar el despertador, Meleah se incorporó como un resorte y no pudo contener el vómito.
-Dios mío, ¿qué te ocurre?- gritó Saelina, a la vez que saltaba para evitar ser bañada por el tibio vómito.
-Aggg, ¡qué asco!- Masi y Death tampoco pudieron evitar los trozos regurgitados por su amiga.
Meleah se encontraba fatal, sentía náuseas y un intenso dolor de cabeza.
-Es el mal de altura- diagnosticó Saelina. Debemos tratarla, pues en casos graves puede llegar a causar edema pulmonar o cerebral. Death, acompáñame, saldremos a buscar unas plantas medicinales que crecen por todo el Everest. Deberemos posponer un par de días el ascenso a la estación.
Saelina y Death partieron en busca de las hierbas. En el campamento les indicaron una zona, a no más de seis o siete kilómetros, donde las encontrarían.
Después de unas horas, a juicio de Saelina, ya habían recogido suficientes hojas para preparar varios litros de infusión, cuando Death la cogió por el hombro, indicándole con el dedo sobre los labios que no hiciera ningún ruido. Señaló en dirección este. Había una construcción, parecía un refugio, pero estaba escondido, como si nadie debiera encontrarlo, al contrario que los refugios de alta montaña. Death empuñó su ballesta de flechas eléctricas, Saelina desplegó las alas de sus zapatillas y, cautelosamente, se acercaron al refugio. Inspeccionaron la cabaña, no había nadie, así que se relajaron y se dedicaron a curiosear y registrar los armarios, cajones y cajas que había apiladas por toda la habitación principal.
-¡Mira!- Exclamó Death. -Estas son pilas de hidrógeno. Con ellas conseguiremos que el Dron tenga la fuerza suficiente para salir del campo gravitatorio terrestre, así que podremos evitar ir hasta la estación y tomar otra nave. Lo haremos con la nuestra.
-¿Cómo funcionan esas pilas?
-Son unas fuentes de energía alternativa que desarrollaron en los primeros años de este siglo. Primero debemos obtener hidrógeno, fácil mediante electrolisis del agua con la electricidad generada por los paneles fotovoltaicos del dron. Después ese hidrógeno lo volveremos a combinar con oxígeno del aire para formar agua de nuevo. En ese proceso generamos energía eléctrica-explicó Death.
-Pues qué tontería- rió Saelina- gastas energía eléctrica para producir energía eléctrica.
-Sí, así dicho parece absurdo, pero es una forma de acumular la energía que podemos producir durante el día, para después aprovecharla por la noche. O, como es nuestro caso, para apoyar a los paneles fotovoltaicos y así conseguir más potencia para el despegue.
-Jajaja, ya sabía yo que había algo en ti que me electrizaba …-coqueteó Saelina. De pronto se acordó de Meleah.
-Rápido volvamos a la base, cuanto antes empiece a tomar la infusión antes se recuperará.
Plof.
Al abrir los ojos, Death sintió un fuerte dolor de cabeza, pero … ¡no podía moverse! ¿Qué ha pasado? Vio que Saelina estaba atada enfrente de él, tirada en el suelo. Death tenía las manos atadas a la espalda y enlazadas con la cuerda que ataba sus tobillos, de modo que no podía casi moverse. Ambos estaban amordazados.
-Uhm, uhm- intentó Death llamar la atención de Saelina.
-Uhm, uhm, uhm-contestó ella.
Death dobló las rodillas para llevar sus pies cerca de las manos. Levantó la pata derecha del pantalón y extrajo el machete que siempre llevaba escondido ahí. Con mucho esfuerzo consiguió romper sus ataduras. Saelina giraba la cabeza nerviosa hacia la puerta, rezando por que no entrara nadie. Al fin estaban los dos liberados de sus ataduras.
-¿Qué ha pasado?- preguntó Death.
-Al salir por la puerta del refugio nos estaban esperando. A ti te golpearon la cabeza con un tronco y caíste redondo al suelo. Yo empecé a pelear con ellos. Derribé a dos de los tres villanos y, cuando fui a por el tercero lo vi con la hoja de un cuchillo sobre tu cuello. No pude hacer otra cosa, tuve que rendirme. Estamos en un sótano secreto que tiene el refugio. Nos bajaron y condujeron por un estrecho pasillo hasta esta sala.
La habitación era macabra. Había aparatos de tortura medievales. Death recordó algunos de ellos de una vez que, siendo pequeño, visitó un museo de los horrores en Córdoba.
-La puerta está abierta.- observó Saelina.
-Los malos siempre son estúpidos. Como en las películas.
-Escucha, están arriba. No sabemos si serán los mismos de antes o ahora habrá más. Si pudiéramos recuperar tu ballesta...
-¡Espera!- ordenó Death. -Debemos esperar a que bajen. Seguramente lo hará uno solo o dos como mucho. No creo que vengan todos. Así podremos vencerlos, poco a poco. Utilicemos su estrategia, los esperamos agazapados y cuando abran la puerta los derribamos golpeándolos. Aquí hay suficientes objetos contundentes.
Efectivamente, al cabo de un rato, escucharon ruidos procedentes de la escalera. Pasos que se acercan por el pasillo. La manivela de la puerta está girando, se abre la puerta y una mujer de mediana edad entra en la sala. Sin esperar a que pueda dar la voz de alarma, Saelina la derribó con una patada rasa y Death se abalanzó sobre ella con el machete en la mano amenazándole la cara.
-Un ruido y te atravieso el cuello.- amenazó Death.
Saelina comprobó que no venía nadie más, cerró la puerta y la atrancó con uno de los aparatos de tortura.
-¿Quién eres?- le preguntó Death- Contesta todo lo que te pregunte y no te hagas la valiente, o no dudaré en emplear alguno de estos aparatos contigo.
-No hará falta. Soy Atenea, la jefa de proyecto de Energy Systems para el Desarrollo y Búsqueda de nuevos Métodos de extracción de petróleo vía Fracking.
Saelina se giró hacia Death con mirada interrogadora. Éste le aclaró.
-El fracking es una técnica de extracción de petróleo muy controvertida. Empezó a utilizarse a principios de este siglo. Se inyecta agua a presión, y otras sustancias en el subsuelo, consiguiendo superar la resistencia de la roca abriendo una fractura controlada en el fondo del pozo. Es una técnica cara, pero la escasez de petróleo provocó un aumento de su precio, haciendo rentable esta técnica. El problema de esta técnica es que contamina los acuíferos, e incluso se ha llegado a relacionar con movimientos sísmicos. Los ecologistas siempre estuvieron en contra, pero las multinacionales del gas y el petróleo siempre anduvieron poniendo chinas en el camino de las energías renovables. Así apareció Energy Systems y, aquí nos ha traído a nosotros.
-Está bien Atenea, diosa de la guerra y de la ciencia. -retomó Saelina.- O nos sacas de aquí o tú no lo harás con vida.
-De acuerdo, no sé quiénes sois ni qué hacéis aquí, pero me temo que os estáis metiendo en un lío importante. Saldréis de esta cabaña, pero dudo que podáis abandonar El Tibet. Era uno de los últimos reductos que nos quedaba por conquistar. Aunque me matéis, mis compañeros darán la voz de alarma.
-Sí, sí, lo que tú quieras, pero ahora sácanos de aquí.- ordenó Saelina.
-Seguidme.
Atenea se dirigió hacia la pared opuesta a la puerta. Se agachó junto a un potro de tortura, tocó un resorte y la pared empezó a moverse.
-¡Guau!- exclamó Death, al tiempo que agarraba a Atenea y empezaba a atarla junto a otro aparato de tortura, "el burro español".Saelina, coge nuestras cosas. No olvides las pilas de combustible y las hierbas de Meleah. ¡Volvamos al campamento!